HISTORIA DE PUEBLA DEL PRÍNCIPE
El paisaje de los 33,97 kilómetros cuadrados del término municipal de nuestra villa ha evolucionado a lo largo de los tiempos. El clima, la acción humana y otros factores, han transformado el paisaje. Desde época prehistórica y durante siglos, nuestro territorio ha sido un importante nudo de comunicaciones entre y el sur y el centro de la península ibérica, a caballo entre Sierra Morena y la Meseta.
(Foto, Los Villares.- Paraje de Puebla de Príncipe, yacimiento de época romana, su nombre podría aludir a ruinas de antiguos establecimientos que se encontrarían. Foto: Rosa Cruz)
Se ha documentado presencia del Paleolítico Medio en la Pizorra Mairena, un asentamiento ideal para el control del territorio. En El Moral se halló un hacha pulimentada neolítica. En la Edad del Bronce destacan yacimientos próximos a los pasos naturales de comunicación como los Pollos, Pizorra de Villamanrique o el Calar de la Puebla, ubicados en cotas medias y con defensas naturales en las paredes de la roca.
Con más detalle se conoce el yacimiento arqueológico del Chaparro, con asentamientos pertenecientes a dos periodos culturales, uno a la Edad del Cobre y otra al Bronce Antiguo Pleno y que probablemente formara parte de una red de asentamientos en la comarca. Se trataba de un poblamiento agrícola, también dedicado a cazar, sin estructuras defensivas y que tuvo relaciones comerciales con las culturas de la baja Andalucía a través de Sierra Morena. Se ubica su existencia, probablemente, entre finales del III milenio antes de Cristo e inicios del II.
De la la Edad del Hierro se consideran los yacimientos de Venta de los Ojuelos, Los Villares y del centro urbano de Puebla del Príncipe.
(Foto, Vistas desde el Calar, en el que se ubica un yacimiento de la Edad de Bronce que tendría un amplio control visual de pasos naturales de comunicación. Foto: Rosa Cruz)
La ubicación estratégica del término de Puebla del Príncipe fue aprovechada por la civilización romana, como un importante cruce de rutas. Mariana (topónimo derivado del nombre latín Marius) o Marimana fue una mansio o parada oficial, zona de descanso, citada en las descripciones de vías romanas. La mayoría de los investigadores afirman que estaba situada en las inmediaciones de la actual ermita de Nuestra Señora de Mairena. Un paraje estratégico, a las puertas de Sierra Morena, unión de varias rutas y en el centro de un paraje natural con manantial, abrevadero, huertas y árboles.
Una de estas vías romanas era la XXIX del Itinerario de Antonino que unía la actual Mérida con Zaragoza. En nuestro territorio, llegaba a Mariana desde Ad Turres (de localización incierta) procedente de la actual Caracuel de Calatrava. Desde Mariana, la vía atravesaría el actual centro del pueblo para dirigirse hacia lo que hoy es Almedina, continuando hacia el Puente de Triviño, en dirección a las actuales Villanueva de los Infantes, Carrizosa y Alhambra (la Laminium romana).
Pero por Puebla del Príncipe también pasaba uno de los principales viales de comunicación de la península ibérica y del Imperio: nos referimos a la llamada por los investigadores Vía de los Vasos de Vicarello, la vía Augusta. que en su tramo de Sierra Morena a veces es llamada, posteriormente, Camino de Aníbal. Un eje viario que, durante el dominio romano, permitía ir de Cádiz a Roma, ruta que será utilizada desde los primeros tiempos de la presencia romana y que en la Península Ibérica unía Andalucía con la zona de la actual Valencia. Una vía que permitía dar salida a las explotaciones mineras de la Oretania y de gran importancia militar y económica.
Otra ruta romana que comunicaba Cástulo (Linares) con Complutum (Alcalá de Henares) también tenía como una de los mansio a Mariana.
Bajo el dominio de Roma, el término de Puebla del Príncipe debería pertenecer al territorium de Mentesa Oretanorum, cuyo centro administrativo está en lo que es hoy Villanueva de la Fuente. Además de Mairena y de Venta de los Ojuelos, la presencia de Roma también se manifiesta en los yacimientos de Los Villares y en Fuente del Lobo (que fue una gran villa romana, entre nuestro término y el de Villamanrique). La situación estratégica del actual casco urbano de Puebla del Príncipe respecto a estos asentamientos hace probable que en el actual pueblo podría haber existido un establecimiento en época romana.
(Foto. La actual ermita de Nuestra Señora de Mairena. En sus inmediaciones estaría la mansio de Mariana. Fue un importante cruce de rutas en época romana. Foto: Juan Rivas)
Parece que el territorio siguió dependiendo de Mentesa en época de dominio visigodo. De este periodo se halló en una sepultura en Mairena, que podría estar relacionada con una población rural no localizada.
Ya en época andalusí, los caminos y vías que cruzaban la sierra permitían expediciones militares, pero también el movimiento comercial y cultural. La Vía Agusta continuaba siendo utilizado y otra de las rutas principales podría ser el llamado posteriormente Camino Real de Cuenca a Granada, donde, en nuestro término, se menciona la existencia de una posible necrópolis islámica. Desde el sur de la Puebla este camino se desgajaba de la Vía Augusta y se dirigía a Montiel. En el siglo XIII, lo que hoy es la Puebla pertenecería al distrito o balad de Munt Gil (Montiel).
Las incursiones del reino de Castilla en la zona permiten una primera ocupación de parte del Campo de Montiel como Almedina, en 1142. Pero no será hasta 1228 que la Orden de Santiago ejecuta la conquista de Montiel, que será, sede de un extenso territorio, de la que, lo que hoy es la Puebla dependió hasta mediados del siglo XVI.
(Vista general de Puebla del Príncipe. Desde su privilegiada ubicación en lo alto de un cerro y al pie de una ruta que comunicaba Al Ándalus con el reino castellano. Foto: Rosa Cruz)
Los primeros documentos que conocemos de la Puebla, aldea dependiente de Montiel son del siglo XV y nos dan a entender que es una aldea ya consolidada, por lo que su creación debería ser anterior. Sin duda ayudó a su desarrollo los privilegios que gozaban las personas que vinieran a establecerse en el término de Montiel, librándolas de ciertos impuestos o cargas, de ahí probablemente el nombre de Puebla.
Este núcleo repoblador, dentro del territorio de la Orden de Santiago se organizó entre el Castillo, que formaba parte una línea defensiva del campo de Montiel y la iglesia de Santa María, llamada después de Nuestra Señora de la Asunción, en un contexto de inestabilidad, por las guerras civiles del Reino y por su situación con una frontera con el reino nazarí que no andaba lejos.
En 1480, los vecinos de la Puebla podían aprovecharse de parte de la dehesa de Zahora, cortando madera y pastando sus animales. Cuatro años después está documentado que la Puebla contaba con sernas, espacios destinado al cultivo que, tras la recogida de la cosecha, podía entrar el ganado, y huertas. En el paraje de Mairena, su ermita ya era un importante santuario y en 1494 el Concejo construía otra, dando el vecindario un celemín de cada cahiz de trigo que se cogía.
(Foto, El Castillo. Formaba parte del sistema de defensa y dependía de la encomienda de Segura de la Sierra, de la Orden de Santiago. Solo se conserva su restaurado edificio principal, el torreón, pero en su origen disponía de dependencias anexas que con el paso de tiempo desaparecieron. Foto: Juan Rivas)
Entre finales del siglo XV y primeras décadas del siglo XVI, la Puebla experimentó un importante aumento de población: en 1528 contaba ya con 84 vecinos pecheros, es decir, cabezas de familia que pagaban impuestos a la Corona, aproximadamente, unos 336 habitantes y es por ello por lo que surge la necesidad de ampliar la iglesia.
Por Puebla del Príncipe pasaba un importante camino Real: el de Granada-Cuenca, que comunicaba estas dos ciudades, unificando antiguos viales. A escala local, el camino venía de la Venta del Villar de Cecilia, procedente de Montizón. Una vez en la Puebla, se dirigía a Montiel para ir a Ossa y Villahermosa en dirección a Cuenca. El camino a su paso por la Puebla es citado por Hernando Colón (hijo de Cristóbal Colón), en su obra Descripción y Cosmografía de España.
Este auge demográfico y la necesidad de ingresos de la Monarquía Hispánica empujarían a la aldea a pedir el privilegio de villazgo a la Corona y separarse de Montiel, a cambio de una suma de dinero. Dicho privilegio fue concedido el 23 de mayo de 1553, siendo Felipe, gobernador del Reino en nombre de Carlos I. En agradecimiento, la villa se llamó Puebla del Príncipe. A partir de ese momento contaría con término propio.
En 1575, la economía local continuaba basándose en la agricultura cerealística, especialmente trigo, cebada y centeno. El concejo arrendaba la dehesa boyal. El término contaba con algunas viñas y huertas, pero no había ganado para criar debido a la pobreza de la población. El aceite tenía que traerse de la sierra. Había 80 vecinos (casas de familia, unos 320 habitantes aproximadamente), 4 casas de hidalgo, así como dos ermitas: la de Mairena y la del Santo Matías.
(Foto. La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. En 1515 ya contaba con un retablo pintando por Hernando de Miranda. Foto: Juan Rivas)
La Mesta, poderosa organización de ganaderos y pastores del reino, pleiteó antes los intentos de vecinos o del mismo concejo de la Puebla de limitar sus grandes privilegios. Conocemos el caso de la poblata Quitería González que en los Jarales aró tierras destinadas al ganado o el caso del poblato Hernando López que en 1606 hizo lo mismo en Cabeza de Valdeinfierno (Villamanrique) en terreno reservado para el pasto y aprovechamiento del ganado de la Mesta.
A pesar de ser una villa pequeña del Campo de Montiel, en la Puebla del Príncipe del siglo XVII, encontramos poblatos como Francisco García Manjón, que obtiene en 1600 licencia de pasajero a Indias, para ir a Perú. O a Cristóbal de Jesús Machado López, también natural de la Puebla, miembro destacado de la Congregación de Bernardino de Obregón, pieza clave en las reformas hospitalarias impulsadas por Felipe II, y que tenía con objeto la asistencia a los enfermos de los hospitales. Durante el siglo XVII se amplió el cuerpo de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, síntoma de la mejora económica de la Villa.
Por el Catastro de Ensenada conocemos el aspecto que tenía la Villa en 1752. Con 90 casas habitadas y 359 habitantes, la Plaza ya era el centro político y vecinal, con sus casas consistoriales y su prisión. Cerca, la parroquia, el centro de la vida religiosa. El Castillo, del que solo quedaba el torreón y no las dependencias anexas que tuvo en su origen, había perdido su función militar hacía tiempo. Entre la plaza, la iglesia y el castillo se desarrollaba un pequeño entramado de calles, cuyo trazado, en parte, pervive en la actualidad.
La actividad económica continuaba siendo eminentemente agrícola, con gran número de jornaleros y labradores. La dehesa carrascal, suministraba ingresos al Ayuntamiento. En la taberna y tienda de Ana de Ballesteros se vendía carne, arroz, vivo y aguardiente y otros abastos. En el término había una Venta, la del Ojuelo, copropiedad de los poblatos Juan Gómez Morcillo, Pedro González Polo, Vicente González Polo, María Vicenta Jiménez y Pablo Macayo. Su posadero era Miguel de Olid. Años después, en 1776 Puebla del Príncipe tenía 86 vecinos, es decir aproximadamente de 387 habitantes.
(Puebla del Príncipe y otros pueblos próximos a principios del siglo XIX según el “Atlas geográfico de España, que Comprehende el Mapa General del Reyno, y los Particulares de Sus Provincias. 184.” Fuente: Biblioteca Nacional de España, www.bne.es)
Foto. La Venta del Ojuelo. Yacimiento romano, en el siglo XVIII consta como (venta copropiedad de diferentes vecinos de la Puebla. Foto: Rosa Cruz)
Durante la guerra de la Independencia que tuvo lugar frente a la ocupación napoleónica, como en otros pueblos del campo de Montiel, está documentada la presencia de tropas del ejército español del Centro mandada por Pedro de Grimarest. En 1810, el cura de Puebla del Príncipe, Juan Martín Jiménez es uno de los 12 representantes para elegir a los diputados de la Mancha para participar en las Cortes de Cádiz, órgano que promulgó la primera constitución, la Pepa.
Años más tarde, el intento de volver al Antiguo Régimen de Fernando VII topó con la oposición de fuerzas liberales y entre ellos con Francisco Abad Moreno alias “El Chaleco”, que luchó contra el ejército francés venido en auxilio del absolutismo. El 19 de agosto de 1823 en la Puebla del Príncipe tienen lugar las capitulaciones entre el marqués de Rochedragón, comandante de las tropas francesas del distrito de Manzanares y Francisco Abad, “Chaleco”, coronel de las tropas nacionales.
La guerra civil entre carlistas y partidarios de un régimen liberal en España tuvo un importante impacto en la Puebla del Príncipe. Por ejemplo, en julio de 1840, rebeldes carlistas llegan a la Venta del Ojuelo y encierran a los arrieros que de Andalucía traían aceite para su venta, tras obligarles a “trabucazos” y robarles por unos 5000 reales de vellón y quitarles las escopetas. A un tal Justo, ganadero de la Puebla le robaron una res y se llevaron a un chico de 12 años, hijo de un marchante de vacuno. Al anochecer, los carlistas se dirigieron en dirección a la Puebla y Villamanrique. Las crónicas periodísticas de la época señalan que el vecindario de la Puebla se refugió en su castillo.
Tras este conflicto, que supuso la ruina de la ermita de Mairena, en 1849 la villa cuenta con 380 habitantes y 63 casas. y la producción principal es trigo candeal, cebada, centeno y “poco vino”. También hay ganado vacuno y mular y se cría, como hoy, caza menuda. De ahí la necesidad básica de los habitantes de la Puebla de prevenir y luchar contra las plagas que continuaban causando periódicamente grandes estragos en la producción. Por ejemplo, el 10 de febrero de 1844 sale a subasta las tareas de desinfección de langostas en cuatro fincas del clero secular en la Puebla.
En 1860 la Puebla cuenta con 704 habitantes y en 1875 con 426 edificios, con una trama urbana estancada. Una época de penurias económicas como demuestra que las escuelas no estaban abiertas por no encontrar local para ellas.
Durante la etapa de la Restauración Borbónica, algunos linajes del Campo de Montiel utilizaron el proceso desamortizador del estado (que permitía poner en el mercado bienes de la Iglesia y de las Órdenes como la de Santiago) así como diferentes compras a privados, para aumentar su patrimonio en la comarca y asegurar, en la zona, su influencia política.
En 1884, José María Melgarejo, duque de San Fernando, era propietario de 78 fanegas, 15 celemines y 2 cuartillas en el término de Puebla del Príncipe.
(Retrato de Francisco Abad Moreno “Chaleco”. Aguafuerte y buril de Mariano Brandi, hacia 1814-1819? Fuente: Biblioteca Nacional de España, www.bne.es)
Durante los primeros 20 años del siglo, la Puebla pasó de los 718 habitantes del año 1900 a los 1396 de 1920. Su economía seguía basándose en la agricultura, fabricación de queso, ganado y extracción de yeso.
En 1911 ya había una caseta de transformación y distribución de alumbrado público, gestionado por la empresa la Electra y ese mismo año comenzaron las obras de la carretera de Villlamanrique a Carrizosa, a su paso por la Puebla. En el Ayuntamiento conservadores y liberales formaban los consistorios. La Puebla del Príncipe no estuvo exenta de conflicto social y laboral, como demuestra la huelga de jornaleros que hubo em 1915, por la carestía de la vida de este colectivo.
La Fuente pública que había provisto de agua emanada del subsuelo al pueblo desde hacía siglos (en la actual Fuente Vieja), fue renovada en 1919 con una obra realizada por Amador Bustos, de Puente Génave a instancia del Ayuntamiento.
(La Fuente Vieja. Los orígenes del pueblo tienen mucho que ver con el aprovechamiento del agua del subsuelo. En este enclave, consta la existencia de una fuente desde hace siglos. En 1919 fue renovada. Foto: Rosa Cruz)
Textos: Miguel Ángel Díaz.
Fotos de Puebla del Príncipe: Rosa Cruz, Juan Rivas
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